VILLA MERCEDES
Víctor Hugo Oliva: el jubilado que transforma la basura en obras de arte
En medio del bullicio diario, carga con un espíritu de tranquilidad y creatividad. Con su ropa desgastada pero llena de historias, hace años que camina por las calles de Villa Mercedes acompañado por un carro.
Por Sonia Schoenaker
Lo apodan “El Bicho”. Un sobrenombre que proviene de generaciones anteriores. Víctor Hugo Oliva vive de juntar basura, pero no solo para venderla, sino para darle vida a sus artesanías. Con manos ágiles y una mente experta, transforma esos desechos en obras de arte. Quienes pasan por la vereda de su casa, caminan sobre el dibujo de una cancha de fútbol que él mismo diseñó y creó hace 5 años colocando 12.500 tapitas de botellas sobre el suelo. Pocos metros más adelante, para ilustrar la entrada de la vivienda dibujó con la misma técnica la silueta de la provincia de San Luis con sus divisiones políticas.
Víctor Hugo tiene 70 años y es jubilado. Vive con su perro Kevin y su gato Minina en la misma casa donde se crió con su abuela, ubicada en Arenales y Paraguay. Desde las esquinas ya se puede apreciar la particular fachada de todo el Barrio Aviador Origone. La parte de abajo está repleta de piedras pintadas de todos colores, y en la parte de arriba, El Bicho se encargó de que las paredes estuvieran fabricadas con botellas. Para acceder al piso de arriba, se puede subir a través de una escalera caracol que está instalada en la vereda. Allí se encuentra el taller de creaciones con madera de su hijo Javier.
Dedicó su vida a trabajar incansablemente. Luego de estudiar en un colegio industrial fue ferroviario, albañil, árbitro y pintor. Actualmente realiza una “changa” como personal de mantenimiento en unos departamentos del centro para generar otro ingreso de dinero.
Cada vez que sale de su casa, vuelve cargado de botellas. “Me voy con el carrito y cuando vuelvo vengo lleno. Los canastos de basura son divinos. Están llenos de monedas, es increíble la plata que hay ahí”, aseguró.
Oliva tiene 5 hijos, 22 nietos y 4 bisnietos. “Uno de mis hijos se quedó en el camino”, contó con tristeza. “Me fue difícil, todavía estoy medio ‘piantao’, pero qué va a ser”, añadió. En un costado de la casa hay un homenaje a Víctor, que falleció hace 5 años. “Por eso yo no creo más en Dios”, dijo.
Hace aproximadamente un mes que fue víctima de la inseguridad. Dos jóvenes se acercaron hasta su vivienda y se llevaron el carro con el que recorría la ciudad recolectando cosas. “Ojalá que les sirva a estos niñitos para que salgan a juntar botellitas y no salgan a robar más”, transmitió. Por el momento, sale con una carretilla.
Seguro, cualquier vecino de la ciudad lo ha visto alguna vez por la calle, buscando “tesoros escondidos” entre montañas de basura. No hay objeto que pase desapercibido para él. En el fondo de su casa tiene de todo: botellas, frascos, latas y tapitas. “Me gusta porque me llaman de una casa, saco la mugre, le digo ‘gracias’ y la gente me dice ‘no, gracias a vos’”, señaló.
Su imaginación no tiene límites. En una de las paredes de su taller, creó una cascada de piedras. Allí deposita las cosas coloridas que va encontrando en el camino. “Todo lo que me llama la atención y tiene colores lo pongo acá”, explicó a El Chorrillero que lo visitó en su casa.
De cara al futuro, el artesano desea que su vivienda sea un museo. “No un museo de cosas, si no de la casa en general. Quiero que sea una casa para ver. Tengo el piso de tapitas, la cama de botellas, todo loco”, dijo.
En una de las paredes interiores tiene dibujada una montaña que forma parte de otro gran proyecto para su vida: con bolsas, cemento y una variedad de materiales, quiere que el techo de su hogar represente ese paisaje: “Todos los días me la paso pensando cómo puedo hacerlo”.
A través de su estilo de vida, Víctor Hugo demuestra que la belleza puede encontrarse en los lugares más inesperados y que la creatividad no entiende de riquezas. En su mundo, los desechos se convierten en tesoros, y con su imaginación proyecta su propia realidad.
Fotos y video: Denise Vargas